Según el Instituto Nacional de Estadística en España hay 307.762 profesionales de enfermería de las cuales 259.129 (84%) son mujeres y 48.633 (16%) son hombres (1). Esta fotografía nos sitúa ante una profesión mayoritariamente femenina. Pero además sucede que la historia de la enfermería se encuentra plagada de estereotipos asociados al género (2) y que la profesión pese a ese 84% de representación femenina tiene que enfrentarse con el fenómeno del token en su propio  mundo, por lo que los hombres dominan las posiciones de poder (3). Para entender el presente conviene mirar al pasado y en España la enfermería surgió como una disciplina sumisa y dependiente, tal y como describen los códigos de la profesión enfermera española en los años 1955 y 1976, centrándose principalmente en la tarea y moralidad (4). El legado histórico de la conceptualización del cuidado, considerado el ADN de la profesión enfermera, como una habilidad meramente femenina y vocacional, supone un obstáculo para el reconocimiento social de una profesión que requiere actualmente, no solo de habilidades técnicas, sino de conocimiento científico (5).
A pesar de que los hombres en la profesión enfermera han constituido siempre una minoría, no deja de resultar sorprendente que alcancen una mayor notoriedad y desarrollo profesional que sus colegas mujeres, como queda patente a lo largo de la historia de la profesión. (…)
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Autoría: Verónica Tiscar González, Janire Portuondo Jimenez, Azucena Santillán García
Publicado en Nure investigación 2020,  106.
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