En España, la Atención Domiciliaria como herramienta fundamental de la Atención Primaria de Salud, ha tenido desigual desarrollo tanto antes como durante la pandemia del COVID-19, aunque inicialmente jugó un papel relevante en el control y seguimiento de las personas infectadas y sus familias. Sin embargo, en ningún momento se contempló la deseable perspectiva comunitaria y la participación comunitaria a lo largo del proceso tal como se ha realizado en otros entornos exitosamente. Posteriormente, con el cierre de centros de salud, dejó de prestarse en algunas comunidades autónomas, al pasar toda la atención al ámbito hospitalario. Este hospitalcentrismo exacerbado, en detrimento de la APS y la Atención Domiciliaria, está demostrando un elevado contagio de profesionales sanitarios. La circulación de profesionales en los hospitales, donde se concentra el mayor foco de contagio, y desde estos a sus domicilios suponen un claro factor de riesgo. Además, no debemos olvidar que la Atención Domiciliaria es de especial importancia para la atención a personas con enfermedades terminales o enfermedades crónicas muy avanzadas (demencias, EPOC…), aunque siempre teniendo en cuenta recomendaciones tendentes a extremas las precauciones de contagio para profesionales, familia y cuidadoras. Esta puede adaptarse a la situación de pandemia mediante la utilización de herramientas que ofrece la salud digital (atención telefónica, video-llamadas…). Finalmente, sería muy interesante que, una vez superada la crisis, se llevasen a cabo investigaciones que permitiesen la incorporación a la misma de personas que han sido atendidas por el servicio de salud durante la pandemia, a través de la técnica denominada participación pública en proyectos de investigación.

 

Autoría José Ramón Martínez Riera, Elvira Gras-Nieto

Publicado en Enfermería Clínica, May 2020 In Press, Journal Pre-proof

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